Acrílico y gouache acrílico sobre lienzo, 40 × 50 cm.
Inspirada en la personificación griega del aire puro y luminoso que respiran los dioses, Éter representa la claridad divina y la serenidad del cielo superior. La figura femenina emerge entre tonos lilas, azules y blancos perlados, envuelta en una atmósfera etérea que sugiere pureza, calma y conexión con lo celestial.
Esta obra simboliza la quintaesencia, la energía más elevada que disipa la oscuridad y da vida a la luz. Cada trazo gestual y cada contraste de color evocan el movimiento sutil del aire divino, ese espacio invisible donde habita lo sagrado.
Un retrato que invita a la introspección, a respirar con la misma calma con la que los dioses respiran el Éter, recordándonos que dentro de nosotros también existe una parte luminosa, pura y eterna.
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